El Silencio De Dios

sábado, 7 de julio de 2012




Cuenta una antigua leyenda Noruega acerca de un hombre llamado Haakon que cuidaba de una ermita. A ella acudía la gente a orar con mucha devoción, en esta ermita había una cruz muy antigua, muchos acudían allí para pedirle a Cristo algún milagro. Un día el ermitaño Haakon quiso pedirle un favor, lo impulsaba un sentimiento generoso, se arrodillo ante la cruz y dijo: “Señor quiero padecer por ti, déjame ocupar tu puesto, quiero remplazarte en la cruz” y se quedo quieto con la mirada en esta esperando la respuesta, el señor abrió sus labios y hablo: “Siervo mío, accedo a tu deseo pero a deber con una condición” “¿Cuál Señor?” pregunto con acento suplicante Haakon “Es una condición difícil, estoy dispuesto a cumplirlo con tú ayuda” respondió el viejo ermitaño.
“Escucha, suceda lo que suceda, y veas lo que veas haz de guardar silencio siempre” Haakon contesto “Lo prometo Señor” Se afectuo el cambio, nadie advirtió  el trueque, nadie reconoció al ermitaño colgado con los clavos en la cruz, el Señor ocupaba el puesto de Haakon, y este por largo tiempo cumplió el compromiso. A nadie dijo nada.
Pero un día llego un rico, después de haber orado dejo allí olvidada su cartera, Haakon lo vio y no dijo nada, tampoco dijo algo cuando un pobre que había venido dos horas después se apropio de la cartera, y tampoco dijo nada cuando un muchacho se postro ante el poco después para pedirle su gracia, antes de emprender un largo viaje, pero en ese momento volvía a entrar el rico en busca de su cartera. Al no hallarla pensó que el muchacho se la había apropiado, el rico se volvió ante el joven y le dijo iracundo  “Dame la bolsa que me haz robado” el joven asombrado dijo “yo no he robado ninguna bolsa” “¡No mientas, devuélvela en seguida!”El rico arremetió furioso contra él, solo entonces una voz fuerte le dijo: “¡Detente!” El rico miro hacia arriba y miro que la imagen le hablaba. Haakon que no pudo permanecer en silencio grito defendiendo al joven, increpo al rico por su falsa acusación, este quedo anonadado y salio de la ermita, el joven salio también  porque tenia prisa para emprender su viaje.
Cuando la ermita quedo sola, entro Cristo y le dijo a su sirvo “Baja de la cruz, no sirves para ocupar mi puesto, no haz sabido guardar silencio”
“Señor” dijo Haakon “como iba permitir esa injusticia” se cambiaron los oficios  y Cristo quedo en la cruz, y el ermitaño al frente de esta. El señor siguió hablando:
“Tú no sabias que al rico le convenía perder la bolsa, porque llevaba en ella el precio de la virginidad de una joven mujer, el pobre por el contrario Haakon tenia necesidad de ese dinero y hizo bien en llevárselo y tú no lo permitiste, en cuanto al muchacho que iba a ser golpeado, sus heridas la hubieran impedido realizar el viaje que para el resultaría fatal. Ahora te cuento Haakon, hace un momento acaba de zozobrar el barco y el joven ha perdido la vida, tú no sabias nada, yo si lo sabia, por eso callo", y el señor nuevamente guardo silencio.
Algunas veces nos preguntamos porque Dios no nos contesta, ¿Por qué razón se queda callado Dios? Muchos queremos que nos conteste lo que queremos oír. Dios no es así, él nos responde aun con su silencio, debemos aprender a escucharlo, su divino silencio son palabras destinadas a convencernos de que el sabe lo que esta haciendo. En su silencio nos dice con amor “confiad en mi que sé bien lo que debo hacer”.

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