El verdadero Significado de la Riqueza

miércoles, 8 de agosto de 2012
Un día como cualquiera, un padre de una familia adinerada llevó a su hijo a un viaje por el campo con el firme propósito que su hijo viera cuan pobre era la gente que vive en el campo.

Estuvieron pasando todo el día y la noche en una granja de una familia campesina muy humilde.

Al concluir el viaje, ya de regreso a casa, el padre le pregun­ta a su hijo:  ¿Qué te pareció el viaje?
- Muy bonito, papá- respondió el hijo.
-¿Viste lo pobre que puede ser la gente? - preguntó el padre
-Sí.
-¿Y qué aprendiste?
- Aprendí que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cinco. Nosotros tenemos una piscina larga hasta la mi­tad del jardín, ellos tienen un arroyo que no tiene fin. Nosotros tenemos lámparas importadas en el patio, ellos tienen las estrellas. Nuestro patio llega hasta la muralla de la casa, el de ellos tiene todo un horizonte. Ellos tienen tiempo para conversar y convivir en familia, tú y mi mamá tienen que trabajar todo el día y casi nunca los veo.

Al terminar el relato, el padre se quedó mudo, y su hijo agregó:

-Gracias papá, por enseñarme lo ricos que podemos lle­gar a ser!!!

¡ESO SI ES IMPOSIBLE!

miércoles, 11 de julio de 2012
Un día de tarde apagada cubierta de lluvia, me quedé pensando en todos los proyectos que tenía por delante, analizando cuáles de ellos eran factibles o no.  Era una cuestión de tiempo para aprovecharlo al máximo, tratando de ocupar cada segundo de mi vida en algo planeado, para no perder una costumbre adquirida de familia.
Entonces como si la hubiese llamado con la mente, ella apareció en la estancia y se quedó contemplándome mientras yo seguía embelesado con mis pensamientos.
—¿En qué piensas?— preguntó su dulce voz.
Sonreí mirando su fino rostro —En que voy a hacer de hoy en adelante— respondí.
—¿Cómo va eso?— preguntó sin entenderme.
—Bueno va de la forma sencilla como se planean las cosas que se pueden lograr en el futuro.
—¿Y lo que no se puede?
Sus ojos destellaban inquietud esperando una respuesta que ni siquiera yo tenía, ha de ser porque nunca me había formulado una pregunta como esa; pero ella era así impredecible, inquieta y misteriosa.
Lo pensé por unos instantes paseándome de un lado a otro.
—Lo que no se puede no se planea, porque simplemente es imposible.
—Dame un ejemplo— señalo.
¿Un ejemplo? Tenía que buscar en lo recóndito de mis recuerdos un ejemplo claro que acallara sus dudas, encontré el indicado en algo que era un sueño imposible.
—Mírame a mí— me señalé con las manos— De niño siempre soñé con ser capitán de un barco, al crecer madure dándome cuenta que no tenía los medios económicos para hacerlo, tenía que encontrar otra manera de subsistir, con algo que fuera posible, con algo en lo que fuera bueno y que valiera la pena planear cada minuto.
—¿Qué paso entonces con ese sueño?
—Lo deje en el olvido porque no se podía realizar.
 No entendía él porque ella me hacía esa clase de preguntas sobre algo que parecía haber quedado claro, aunque quizá lo que trataba de encontrar desesperadamente era al punto al que ella quería llegar. Detrás de esos ojos claros llenos de juventud me había encontrado un día con la mirada de un mundo que muy pocos se interesan en conocer, aquella mirada al mundo que a través de sus ojos me había fascinado.
—¡Era imposible!— concluí.
Ella guardo silencio mientras yo la veía meditando en su interior.
—¿En qué piensas?— Le pregunté con una sonrisa, era la primera vez que mi respuesta parecía ser la correcta, ella no encontraba la forma de desmentir lo que había dicho.
Cuando levantó su mirada para contestarme, el brillo de la ventana tras de mí llamó su atención. En ese instante dejo escapara el aliento y sonrió encontrando el motivo para declinar mi respuesta.
—¿Ves eso?— dijo señalando con sus ojos la mar.
Me gire a medias para observar la vista que atravesaba la ventana.  El cielo gris, la lluvia suave, el mar golpeando con un poco más de fuerza de lo usual.
—¿Puedes hacer que desaparezca en un día ante mis ojos, la mar que veo ahora?
Me reí pensando que era una broma, pero ella se quedó serena esperando una inevitable respuesta.
—¡¿Es en serio?!— pregunté sorprendido, ella afirmó con la cabeza— ¿Pretendes que desaparezca la mar?
—Ante mis ojos— repitió ella.
Miré la ventana, la brisa empezaba a golpear la costa con más fuerza. El mar como siempre impetuoso se estrellaba contra las rocas y se retiraba mientras esperaba la oportunidad para arremeter con más fuerza, seguro que un día vencería a la roca. Volví a pensar que era una locura. Me aproximé dos pasos hacia donde se encontraba y le dije con firmeza.
—¡Eso es imposible!
—¿Estás seguro?
—Completamente.
—Es increíble que me digas eso, porque ¡yo sí puedo hacerlo!
Levanté el pecho asombrado.
—¡Es más!— continuó diciendo mientras se acercaba— Yo puedo hacerlo en cuestión de segundos.
La mire incrédulo, ella estaba perdiendo el juicio. ¿Cómo podría salir bien librada de esta? Mis ojos se concentraron nuevamente en la mar que se veía en la ventana. ¡Jamás lo lograría!
—No puedes hacerlo— le dije finalmente.
Entonces ella se apartó de mí y camino hasta la ventana, colocó su mano suave sobre el duro y fijo cristal.
—¿Lo ves?— me preguntó.
—Claro que lo veo— respondí a la expectativa de sus actos.
En cuanto terminé la oración ella levantó su mano, busco la cortina sosteniéndola mientras la corría hasta el otro extremo dejando la habitación a oscuras. Yo estire la mano buscando una lámpara.
—¡Te diste cuenta!— dijo con una sonrisa en los labios— La mar desapareció ante tus ojos.  Muchas de las cosas que pensamos “son imposibles” son simples paradigmas que la mente se empeña en aceptar.
—¡Pero no hiciste desaparecer la mar, solo cubriste la vista! – dije empeñándome en ganar esta partida.
—Yo nunca te dije que movería el agua de su sitio. Te dije que lo haría desaparecer ante tus ojos.
—Pero sigue allí.
—Sí, pero ya no lo puedes ver…
Yo guarde silencio, eso no tenía sentido.
Ella abrió la cortina y se acercó nuevamente a donde estaba, su voz dulce y sabía me dio la repuesta: “El punto es Charles, que con un sencillo ejemplo como este te das cuenta que posiblemente si hubieras llegado a ser capitán de un gran barco, pero simplemente te limitaste a pensar que era imposible a tal grado que te convenciste de ello. Te das cuenta solo hasta que lo intentas que tal vez no es lo tu esperabas, pero que estas más cerca de lograr hacer algo que un día pensaste que nadie, ni siquiera tú podías hacer.
Entendí lo que ella  quería que supiera y me pregunté a mí mismo en voz alta
—¿Cuántas veces abandonamos una idea sin siquiera intentarlo?
Ella rió por la pregunta, se acercó a mí y abrazándome susurró a mi oído.
— Vuelve a mirar la mar, vuelve a mirarla y enamórate de ella… Y cuando hagas planes no te olvides  incluir esos sueños porque hoy en día cualquier cosa se puede realizar. Pensar que no se puede, ¡Eso sí es imposible!
Autor: Yenniferth Carranza
Todos los derechos reservados

Foto: Vladimir Sklyarov

El Silencio De Dios

sábado, 7 de julio de 2012




Cuenta una antigua leyenda Noruega acerca de un hombre llamado Haakon que cuidaba de una ermita. A ella acudía la gente a orar con mucha devoción, en esta ermita había una cruz muy antigua, muchos acudían allí para pedirle a Cristo algún milagro. Un día el ermitaño Haakon quiso pedirle un favor, lo impulsaba un sentimiento generoso, se arrodillo ante la cruz y dijo: “Señor quiero padecer por ti, déjame ocupar tu puesto, quiero remplazarte en la cruz” y se quedo quieto con la mirada en esta esperando la respuesta, el señor abrió sus labios y hablo: “Siervo mío, accedo a tu deseo pero a deber con una condición” “¿Cuál Señor?” pregunto con acento suplicante Haakon “Es una condición difícil, estoy dispuesto a cumplirlo con tú ayuda” respondió el viejo ermitaño.
“Escucha, suceda lo que suceda, y veas lo que veas haz de guardar silencio siempre” Haakon contesto “Lo prometo Señor” Se afectuo el cambio, nadie advirtió  el trueque, nadie reconoció al ermitaño colgado con los clavos en la cruz, el Señor ocupaba el puesto de Haakon, y este por largo tiempo cumplió el compromiso. A nadie dijo nada.
Pero un día llego un rico, después de haber orado dejo allí olvidada su cartera, Haakon lo vio y no dijo nada, tampoco dijo algo cuando un pobre que había venido dos horas después se apropio de la cartera, y tampoco dijo nada cuando un muchacho se postro ante el poco después para pedirle su gracia, antes de emprender un largo viaje, pero en ese momento volvía a entrar el rico en busca de su cartera. Al no hallarla pensó que el muchacho se la había apropiado, el rico se volvió ante el joven y le dijo iracundo  “Dame la bolsa que me haz robado” el joven asombrado dijo “yo no he robado ninguna bolsa” “¡No mientas, devuélvela en seguida!”El rico arremetió furioso contra él, solo entonces una voz fuerte le dijo: “¡Detente!” El rico miro hacia arriba y miro que la imagen le hablaba. Haakon que no pudo permanecer en silencio grito defendiendo al joven, increpo al rico por su falsa acusación, este quedo anonadado y salio de la ermita, el joven salio también  porque tenia prisa para emprender su viaje.
Cuando la ermita quedo sola, entro Cristo y le dijo a su sirvo “Baja de la cruz, no sirves para ocupar mi puesto, no haz sabido guardar silencio”
“Señor” dijo Haakon “como iba permitir esa injusticia” se cambiaron los oficios  y Cristo quedo en la cruz, y el ermitaño al frente de esta. El señor siguió hablando:
“Tú no sabias que al rico le convenía perder la bolsa, porque llevaba en ella el precio de la virginidad de una joven mujer, el pobre por el contrario Haakon tenia necesidad de ese dinero y hizo bien en llevárselo y tú no lo permitiste, en cuanto al muchacho que iba a ser golpeado, sus heridas la hubieran impedido realizar el viaje que para el resultaría fatal. Ahora te cuento Haakon, hace un momento acaba de zozobrar el barco y el joven ha perdido la vida, tú no sabias nada, yo si lo sabia, por eso callo", y el señor nuevamente guardo silencio.
Algunas veces nos preguntamos porque Dios no nos contesta, ¿Por qué razón se queda callado Dios? Muchos queremos que nos conteste lo que queremos oír. Dios no es así, él nos responde aun con su silencio, debemos aprender a escucharlo, su divino silencio son palabras destinadas a convencernos de que el sabe lo que esta haciendo. En su silencio nos dice con amor “confiad en mi que sé bien lo que debo hacer”.

El misterio del Elefante

viernes, 11 de mayo de 2012
Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de peso, tamaño y fuerza descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de tajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye? Cuando tenía cinco o seis años, pregunté a algún maestro, a mi padre o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.

Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: "El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño". Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvía a probar, y también al otro y al que seguía... hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso no escapa porque cree que no puede. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquélla impotencia que se siente poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás... Jamás... intentó poner a prueba su fuerza otra vez... Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos creyendo que un montón de cosas "no podemos hacer" simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos. Grabamos en nuestro recuerdo "no puedo... no puedo y nunca podré", perdiendo una de las mayores bendiciones con que puede contar un ser humano: la fe.

En el camino aprendí

miércoles, 14 de marzo de 2012
En el camino aprendí,
que llegar alto no es crecer,
que mirar no siempre es ver,
 ni que escuchar es oír.
ni lamentarse es sentir,
 ni acostumbrarse es querer...

En el camino aprendí,
 que andar solo no es soledad
que cobardía no es paz,
 ni ser feliz sonreír.
Y que peor que mentir,
 es silenciar la verdad.

En el camino aprendí,
 que puede un sueño de amor
abrirse como una flor,
 y como esa flor morir,
pero en su breve existir,
 ser todo aroma y color.

En el camino aprendí
que la humildad no es sumisión
la humildad es ese Don que se suele confundir,
no es lo mismo ser servil,
que ser un buen servidor.

Por eso recuerda:

Cuando vayan mal las cosas,
como a veces suelen ir,
cuando ofrezca tu camino sólo cuestas que subir,
cuando tengas poco haber pero mucho que pagar,
y precises sonreír,... aun teniendo que llorar.

Cuando el dolor te agobie y no puedas ya sufrir...

Descansar acaso debes, pero nunca desistir.