LA CUERDA DE LA VIDA

martes, 27 de diciembre de 2011
Cuentan que un alpinista desesperado por conquistar el aconcagua, inició su travesía después de años de preparación.
Pero quería la gloria para él solo, por lo tanto subió sin compañeros. Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde. No se preparó para acampar, sino que siguió subiendo decidido a llegar a la cima, hasta que se hizo la oscuridad. La noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña; ya no podía ver absolutamente nada. Todo era negro, cero visibilidad, no había luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.
Subiendo por un acantilado, a solo 100 metros de la cima, resbaló y se desplomó por los aires... Caía a una velocidad vertiginosa, sólo podía ver veloces manchas más oscuras que pasaban en la misma oscuridad y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad. Seguía cayendo... Y en esos angustiantes momentos, le pasaron por su mente todos los gratos y no tan gratos momentos de su vida. Pensaba que iba a morir; sin embargo, de repente sintió un tirón muy fuerte que casi lo partió en dos...sí, como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura. Después de un momento de quietud, suspendido por los aires, gritó con todas sus fuerzas:
-"¡¡¡ayúdame dios mío!!!..."
De repente una voz grave y profunda de los cielos le contestó:
-"¿Qué quieres que haga, hijo mio ?"
-"Sálvame, dios mío "
-"¿Realmente crees que te pueda salvar?"
-"Por supuesto, señor "
-"Entonces corta la cuerda que te sostiene..."
Hubo un momento de silencio y quietud. El hombre se aferró más a la cuerda y reflexionó...

Cuenta el equipo de rescate que al día siguiente encontraron colgado a un alpinista muerto, congelado, agarrado fuertemente con las manos a una cuerda...a tan solo dos metros del suelo...
¿Y tú ? ¿qué tan confiado estás de tu cuerda?
¿Por qué no la puedes soltar?

EL PERRITO COJO

domingo, 14 de agosto de 2011
El dueño de una tienda estaba colocando un anuncio en la puerta que decía:
"Cachorritos en venta".
Esa clase de anuncios siempre atraen a los niños, y pronto un niñito apareció en la tienda preguntando:
"¿Cuál es el precio de los perritos?"
El dueño contestó: "Entre $30 y $50". El niñito metió la mano en su bolsillo y sacó unas monedas:
"Sólo tengo $2.37... ¿puedo verlos?". El hombre sonrió y silbó.

De la trastienda salió su perra corriendo seguida por cinco perritos. Uno de los perritos estaba quedándose considerablemente atrás. El niñito inmediatamente señaló al perrito rezagado que cojeaba. "¿Qué le pasa a ese perrito?", preguntó. El hombre le explicó que cuando el perrito nació, el veterinario le dijo que tenía una cadera defectuosa y que cojearía por el resto de su vida. El niñito se emocionó mucho y exclamó: "¡Ese es el perrito que yo quiero comprar!".
Y el hombre replicó:
"No, tú no vas a comprar ese cachorro. Si tú realmente lo quieres, yo te lo regalo". Y el niñito se disgustó y mirando directo a los ojos del hombre le dijo:
"Yo no quiero que usted me lo regale. Él vale tanto como los otros perritos y yo le pagaré el precio completo. De hecho, le voy a dar mis $2.37 ahora y 50 centavos cada mes hasta que lo haya pagado completo".
El hombre contestó: "Tú en verdad no querrás comprar ese perrito, hijo. El nunca será capaz de correr, saltar y jugar como los otros perritos".
El niñito se agachó y se levantó la pierna de su pantalón para mostrar su pierna izquierda, cruelmente retorcida e inutilizada, soportada por un gran aparato de metal. Miró de nuevo al hombre y le dijo:
"Bueno, yo no puedo correr muy bien tampoco, y el perrito necesitará a alguien que lo entienda".
El hombre estaba ahora mordiéndose el labio, y sus ojos se llenaron de lágrimas... sonrió y dijo:
"Hijo, sólo espero y rezo para que cada uno de estos cachorritos tenga un dueño como tú".


LA MEDIA COBIJA

domingo, 24 de julio de 2011
Don Roque era ya un anciano cuando murió su esposa, durante largos años había trabajado con ahínco para sacar adelante a su familia. Su mayor deseo era ver a su hijo convertido en un hombre de bien, respetado por los demás, ya que para lograrlo dedicó su vida y su escasa fortuna.
A los 70 años Don Roque se encontraba sin fuerzas, sin esperanzas, solo y lleno de recuerdos. Esperaba que su hijo, brillante profesional, le ofreciera su apoyo y comprensión, pero veía pasar los días sin que este apareciera y decidió por primera vez en su vida pedirle un favor a su hijo.
Don Roque tocó la puerta de la casa donde vivía su hijo con su familia.
- ¡Hola papá! ¡Qué milagro que vienes por aquí!
- Ya sabes que no me gusta molestarte, pero me siento muy solo, además estoy cansado y viejo.
- Pues a nosotros, nos da mucho gusto que vengas a visitarnos, ya sabes que esta es tu casa.
- Gracias hijo, sabía que podía contar contigo, pero temía ser un estorbo. Entonces ¿no te molestaría que me quedara a vivir con ustedes? ¡me siento tan solo!
- ¿Quedarte a vivir aquí?, sí... claro... pero no se si estarías a gusto. Tú sabes, la casa es chica, mi esposa es muy especial...y luego los niños..
- Mira hijo, si te causo muchas molestias olvídalo, no te preocupes por mí, alguien me tenderá la mano.
- No padre no es eso, sólo que... no se me ocurre dónde podrías dormir. No puedo sacar a nadie de su cuarto, mis hijos no me lo perdonarían... o sólo que no te moleste dormir en el patio...
- ¿Dormir en el patio? Está bien.
El hijo de Don Roque llamó a su hijo Luis de 12 años:
- Dime papá.
- Mira hijo, tu abuelo se quedará a vivir con nosotros. Tráele una cobija para que se cubra en la noche.
- Sí, con gusto papá... ¿y dónde va a dormir?
- En el patio, no quiere que nos incomodemos por su culpa.
Luis subió por la cobija, tomó unas tijeras y la cortó en dos partes.
En ese momento llegó su padre:
- ¿Qué haces Luis? ¿Por qué cortas la manta de tu abuelo?
- Sabes papá, estaba pensando...
- ¿Pensando qué?
- En guardar la mitad de la cobija para cuando tú seas viejo y vayas a vivir a mi casa.

EL AMOR Y EL TIEMPO

domingo, 8 de mayo de 2011
Había una vez una isla muy linda y de naturaleza indescriptible, en la que vivían todos los sentimientos y valores del hombre; El Buen Humor, la Tristeza, la Sabiduría... como también, todos los demás, incluso el AMOR.

Un día se anunció a los sentimientos que la isla estaba por hundirse.

Entonces todos prepararon sus barcos y partieron. Únicamente el AMOR quedó esperando solo, pacientemente, hasta el último momento.

Cuando la isla estuvo a punto de hundirse, el AMOR decidió pedir ayuda.

La riqueza pasó cerca del AMOR en una barca lujosísima y el AMOR le dijo: "Riqueza… ¿me puedes llevar contigo?" - No puedo porque tengo mucho oro y plata dentro de mi barca y no hay lugar para ti, lo siento, AMOR…

Entonces el Amor decidió pedirle al Orgullo que estaba pasando en una magnifica barca. "Orgullo te ruego… ¿puedes llevarme contigo?

No puedo llevarte AMOR… respondió el Orgullo: - Aquí todo es perfecto, podrías arruinar mi barca y ¿Cómo quedaría mi reputación?

Entonces el AMOR dijo a la Tristeza que se estaba acercando: "Tristeza te lo pido, déjame ir contigo". - No AMOR… respondió la Tristeza. - Estoy tan triste que necesito estar sola.

Luego el Buen Humor pasó frente al AMOR, pero estaba tan contento que no sintió que lo estaban llamando.

De repente una voz dijo: "Ven AMOR te llevo conmigo". El AMOR miró a ver quien le hablaba y vio a un viejo.

El AMOR se sintió tan contento y lleno de gozo que se olvidó de preguntar el nombre del viejo.

Cuando llegó a tierra firme, el viejo se fue. El AMOR se dio cuenta de cuanto le debía y le pregunto al Saber: "Saber, ¿puedes decirme quien era este que me ayudo?".

-"Ha sido el Tiempo", respondió el Saber, con voz serena.

-¿El Tiempo?... se preguntó el AMOR, ¿Por qué será que el tiempo me ha ayudado?

Porque solo el Tiempo es capaz de comprender cuan importante es el AMOR en la vida.

LA HISTORIA DEL RATÓN, LA GALLINA, EL CORDERO Y LA VACA

domingo, 1 de mayo de 2011
En una casa de campo  donde vivía felizmente un matrimonio, allí también hizo su refugio un ratón que se alimentaba sin mayores contratiempos de cuanto aparecía en  la cocina o en los alrededores,  hasta  que un  buen día la señora de la casa decidió atraparlo y se compró una enorme ratonera.
El ratón aterrorizado cuando descubrió la trampa, fue corriendo al patio de la granja a advertir a todos: “¡Hay una ratonera en la casa, una ratonera en la casa!”
La gallina, que estaba cacareando y escarbando, levantó la cabeza y dijo:
-Discúlpeme Sr. Ratón, yo entiendo que es un gran problema para usted, mas no me perjudica en nada, no me incomoda
El ratón fué corriendo hasta donde se encontraba el cordero y le dijo:
-¡Hay una ratonera en la casa, una ratonera!
-Discúlpeme Sr. Ratón- contesto el cordero- No hay nada que yo pueda hacer, solamente pedir por usted. Quédese tranquilo que será recordado en mis oraciones.
El ratón se dirigió entonces a la vaca, y la vaca le respondió:
-Pero, ¿acaso estoy en peligro?….Pienso que no
Entonces el ratón volvió a la casa, preocupado y abatido, para encarar a la ratonera del granjero.
Aquella noche se oyó un gran barullo, como el de una ratonera atrapando a su víctima. La mujer del granjero corrió para ver lo que había atrapado. En la oscuridad, ella no vió que la ratonera atrapó la cola de una serpiente venenosa. La serpiente veloz picó a la mujer. El granjero la llevó inmediatamente al hospital. Ella volvió con fiebre alta.
Todo el mundo sabe que para reconfortar a alguien nada mejor que una nutritiva sopa. El granjero agarró su cuchillo y fue a buscar el ingrediente principal: la gallina.
Como la mujer continuaba grave, los amigos y vecinos fueron a visitarla. Para agasajarlos y darles de comer, el granjero mató al cordero.
La mujer no mejoró y acabó muriendo. El granjero entonces vendió la vaca al matadero para cubrir los gastos del funeral.

Moraleja: La próxima vez que escuches que alguien tenga un problema y creas que como no te afecta no es tuyo y no le prestes atención…. piénsalo dos veces.

El mundo no anda mal por la maldad de “los malos”, sino por la apatía de “los buenos”.
domingo, 3 de abril de 2011

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Un saco de plumas

Cuentan que una vez hubo un hombre, que roído por la envidia ante los éxitos de un amigo, le calumnio grandemente. Tiempo después se arrepintió de la ruina que había ocasionado a su amigo con las calumnias, y fue a confesarse.

Ya una vez en el confesionario y después de haber confesado su pecado, le pregunto al sacerdote: “¿Cómo puedo reparar todo el mal que he hecho a mi amigo? ¿Qué puedo hacer?”. A lo que el sacerdote le respondió: “Toma un saco lleno de plumas y suéltalas por donde quiera que vayas. Y una vez que lo hayas hecho, vuelve. Y que Dios te acompañe”.

El hombre, muy contento ante aquel mandato tan fácil, salió rápido fuera de la Ciudad en busca de una granja, y una vez que hubo conseguido el saco lleno de plumas, regresó a ella, y sin esperar ni un minuto más, empezó a pasearse por las calles lanzando al aire, en todas la direcciones, las plumas que llevaba en el saco. Y una vez que lo hubo vaciado del todo, volvió a la iglesia en busca del sacerdote con el que se había confesado y lleno de satisfacción le dijo: “Padre: ya he hecho lo que me mandó esta mañana”.

Pero el sacerdote le dijo: “No hijo, esa es la parte más fácil.Ahora debes volver a las mismas calles en que las soltaste, e ir recogiéndolas una por una, hasta que vuelvas a tener el saco lleno, y vuelve a verme. Que Dios te acompañe”.

El hombre se sintió muy triste, pues sabía que lo eso significaba. Y por más empeño que puso no pudo juntar casi ninguna.

Al volver, el sacerdote le dijo: "Así como no pudiste juntar de nuevo las plumas que volaron con el viento, así mismo el mal que hiciste voló de boca en boca y el daño ya está hecho. Lo único que puedes hacer es pedirle perdón a tu amigo, pues no hay forma de revertir lo que hiciste".

"Cometer errores es de humanos y de sabios pedir perdón".

Historia de Un hombre, su caballo y su perro.

miércoles, 23 de febrero de 2011
Un Hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados.
Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales( a veces los muertos andan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición…)
La carretera era muy larga y colina arriba. El sol era muy intenso, y ellos estaban sudados y sedientos. En una curva del camino vieron un magnífico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro.
El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada y entabló con él, el siguiente diálogo:
-Buenos días.
-Buenos días - Respondió el guardián
-¿ Cómo se llama este lugar tan bonito?.
-Esto es el cielo.
-¡Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos!
-Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera- Y el guardián señaló la fuente.
-Pero mi caballo y mi perro también tienen sed…
-Lo siento mucho – Dijo el guardián – pero aquí no se permite la entrada a los animales.


El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber sólo. Dió las gracias al guardián y siguió adelante.
Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puerta vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles..

A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía.
Buenos días – dijo el caminante.
El hombre respondió con un gesto de la cabeza.
-Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo
-Hay una fuente entre aquellas rocas – dijo el hombre, indicando el lugar.
-Podéis beber toda el agua como queráis.
El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed.
El caminante volvió atrás para dar gracias al hombre
-Podéis volver siempre que queráis – Le respondió éste.
-A propósito ¿Cómo se llama este lugar? – preguntó el hombre.
-CIELO.
-¿El Cielo? Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo!
-Aquello no era el Cielo. Era el Infierno – contestó el guardián.
El caminante quedó perplejo.
-Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡ Esta información falsa debe provocar grandes confusiones! – advirtió el caminante.
-De ninguna manera! – increpó el hombre- En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos…



El pozo de la Locura

sábado, 22 de enero de 2011
Antes de empezar a leer la siguiente historia quisiera aclarar que este titulo no corresponde al original de la misma, la cual en realidad no tiene un nombre. Es un fragmento de un libro del escritor  "Paulo Coelho"  llamado ¡Veronika decide morir!


Un poderoso hechicero, queriendo destruir un reino, colocó una poción mágica en un pozo del que todos sus habitantes bebían. Quien tomase aquella agua, se volvería loco.
A la mañana siguiente, toda la población bebió y todos enloquecieron, menos el rey, que tenía un pozo privado para él y su familia, donde el hechicero no había conseguido entrar. El monarca, preocupado, intentó controlar a la población ordenando una serie de medidas de seguridad y de salud pública, pero los policías e inspectores habían bebido el agua envenenada, y juzgando absurdas las disposiciones reales, decidieron no respetarlas de manera alguna.
Cuando los habitantes de aquel reino se enteraron del contenido de los decretos, quedaron convencidos de que el soberano había enloquecido y por eso disponía cosas sin sentido. A gritos fueron hasta el castillo exigiendo que renunciase.
Desesperado, el rey se declaró dispuesto a dejar el trono, pero la reina lo impidió diciendo:
«Vayamos ahora hasta la fuente y bebamos también. Así nos volveremos iguales a ellos.»
Y así se hizo: el rey y la reina bebieron el agua de la locura y empezaron inmediatamente a decir cosas sin sentido. Al momento sus súbditos se arrepintieron: ahora que el rey estaba mostrando tanta sabiduría, ¿por qué no dejarle gobernar?
El país continuó en calma, aunque sus habitantes se comportasen de manera muy diferente a sus vecinos. Y el rey pudo gobernar hasta el fin de sus días.